Extracto de las antiguas leyendas- Visión de la luz:

sábado, 10 de octubre de 2009

Siéntate a mi lado pequeño aprendiz y déjame confortar tu inquieto espíritu con el relato que tanto buscas, pues aunque no lo creas yo mismo estuve en el génesis de lo que ahora ves, tan presente como las maderas de esta hoguera que calienta la sala.


Antes de que la guerra que azota la tierra comenzase, estos territorios eran verdes y prósperos. El pueblo vivía una época de dorado esplendor en todos los campos, literatura, música, pintura, escultura, ciencia... ¡Ah! Que recuerdos de apacibles tardes a la orilla del río, disfrutando de su paso. Todo esto fue así largo tiempo, hasta aquella fatídica fecha, la que ahora conocéis como El Cataclismo.


Pocos saben realmente lo que sucedió entonces, diezmados los que lo vivimos. Nadie lo esperaba, se presentó de improvisto comenzando con un gran ataque relámpago. La mayor parte de los pueblos fueron cayendo rápidamente bajo el yugo de sus fuerzas, solo unos pocos nos alzamos, solo unos pocos...


La maldad se asentó con mano de hierro en las praderas, eligiendo como su líder a una de las temidas diosas de la muerte, caprichosa y descuidada en su evidente desprecio por la vida humana. A su diestra erguida su feroz defensora, despiadada y cruel como no se había visto antes, celosa en su deber.


Contrario a lo que puedas pensar algunos fueron los hombres que ante esta situación decidieron vender su voluntad a un bajo precio con el ansia de compartir ese funesto poder, asesinos a sueldo, sicarios que alzaban su mano en la noche contra los que habían sido sus hermanos.

Otros, en cambio, escogieron permanecer a la espera, temerosos o quizá expectantes, inmersos en sus antiguos cultos. De entre ellos una figura destacó, llamando la atención de los que eran que no pertenecían a las castas guerreras, un precedente para ellos. Una de tantos, pacífica en su corazón, neutral en su mente, pero una marioneta guiada a dañar en sus actos... la influencia indirecta estaba clara.


[…] Ahora, aquí te encuentras, en la mal llamada resistencia, rodeado de damas de batalla y cansados guerreros, de nobles intenciones y nostalgia por maestros en la paz largo tiempo desaparecidos. Grande es tu tarea, pero no más grande que las aptitudes que te fueron concedidas para llevarla a término. Más no te preocupes, no solo cuentas con mi presencia velando por ti, más grande es la parte que aún no puedes ver, mucho más poderosa de lo que la imaginación te permita vislumbrar, insondables los caminos que me llevan ahora a la quietud.... Escucha... los tambores se acercan, una nueva oleada nos acecha.



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