Visión 2 - Rastro:

viernes, 16 de octubre de 2009

Bonita noche, dormir al raso te da la oportunidad de disfrutar de las estrellas y de esta maravillosa brisa. La luna todavía se esconde de nosotros, la luz de la hoguera debería ser suficiente para estar cómodos. No te preocupes, el camino no tiene porqué conducir a ningún lugar especial, ninguna fuente de mágicas aguas o a un castillo asediado, este claro es suficiente recompensa si lo sabes valorar bien.


Muy duro ha sido para ti el sentir unicamente, aún no has podido comprobar por ti mismo esta técnica, ya se que lo has intentado mucho pero tu mente sigue poniéndole trabas. Una parte de ti reniega de dejarse llevar, prefiere estar anclada, pétrea, agarrando con sus dedos lánguidos el trono de piedra, que divertido es ver a ese pobre iluso sentado entre las nubes. Claro, claro... tiene mucho poder....


Gran parte de la motivación de haberte conducido por este camino es la de repetir la senda, una vez más, esa vez. A partir de aquí la distancia que recorramos será distinta, no es medible por lo que no trates de equipararnos, tu camino es otro diferente, que lleven más o menos pasos es solo relevante para el que necesita darle uso al metro del sastre.


Cual es la diferencia entre aquellos 2 árboles, no me refiero a que uno sea un Olmo y el otro un pequeño manzano. Obsérvalos de verdad, mira su forma, siente su crecimiento, su quietud, su función, su voz. Cada uno transmite una cosa, marca una señal. Bajo el manzano hay mucha hierba removida, siente el movimiento que acogió antes de nuestra llegada, la tensión. Pequeñas ramas a su alrededor ya secas, si nos levantáramos veríamos huellas de dos animales pugnando, en una lucha por la supremacía del territorio, o quizá por una presa. En cambio observa el Olmo, no tiene frutos tan dulces como el pequeño y su aspecto es más lúgubre a primera vista, sin embargo, nota ese pequeño brillo que cae desde su copa, la pequeña senda que tapa con cariño de las miradas que no están atentas.


Una vez que sientes la senda bajo la hierba, entre las rocas, a través del agua... no importan cuan profundo traten de esconderla, ella seguirá brillando para ti. Somos nosotros los que hemos ocultado la senda de nosotros mismos, no podíamos permitirnos destrozar su equilibrio, no podríamos haber pisado en su tierra sin quemarnos los pies, le debíamos como mínimo eso.



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